Perspectivas

“Las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”          C. Darwin (1859)
Muchas veces, cuesta entender o quizás otorgar el tiempo que se merece, a la valoración de hechos que suceden con normalidad y a los cuales acostumbramos darle poca importancia, debido a la falta de tiempo.
Hablando con otras personas, sobre la educación dentro de la sociedad humana, urbana para ser más exactos, que requieren nuestros perros o el pronóstico de algunos casos clínicos, encontramos diferentes puntos de vista e intentamos analizarlos desde la objetividad, aunque en muchas ocasiones sea bastante difícil hacerlo, ya que llegamos a conflictos internos debido a creencias y ética hacia este tema concreto.
En realidad, “cada maestrillo tiene su librillo”, y en el mismo caso, lo que a un profesional le parece que puede “forzarse” en un momento dado, otro lo encuentra excesivo bajo su valoración. Pero, ¿a qué suele deberse esta diferencia de opiniones en relación a un tratamiento si los dos tienen similares conocimientos sobre la materia?

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En estudios científicos recientes, desarrollados por neurocientíficos tales como Ralph Adolphs (EUA), se ha evidenciado que pensamientos y emociones van, no sólo unidos, sino que son parte de un proceso único y se entrelazan, al contrario de lo que antiguamente se creia; que las emociones eran procesos independientes al razonamiento o pensamiento lógico.
Si tenemos en cuenta dichos estudios, podemos afirmar que en cualquier aprendizaje o toma de decisiones, la influencia emocional está presente, incluso cuando nos referimos al pensamiento objetivo.
Es cuestión de perspectivas.
Cuando abordamos un caso en el que debemos darle una serie de pautas a un propietario para poder mejorar la convivencia con su perro o para que el animal lleve una vida menos desequilibrada, centramos nuestros esfuerzos en averiguar qué pautas nos ayudarán a conseguir dicho objetivo. Sin embargo, no es fácil equilibrar la necesidad real del animal, la posibilidad de cambio en el propietario y las expectativas del profesional ante el proceso en sí.
En dicha valoración están presentes los conocimientos académicos adquiridos, la propia experiencia y, por supuesto, las emociones. Este conjunto en nuestro aprendizaje, es un proceso variable que debe adaptarse a los estímulos tanto externos como internos constantemente.
Cuando nos encontramos delante de un propietario con su perro, que tiene problemas de convivencia, anhelas que logre entender lo que intentas transmitirle de la forma más exacta posible.
Por supuesto, la experiencia es una de las razones por las cuales este hecho se convierte, a medida que pasa el tiempo, en lo que provee al profesional de “herramientas” suficientes para quedar cada vez más satisfecho con los resultados en este sentido, pero a su vez, ha de gestionar mayor frustración porque sabe de antemano más cosas.
Creemos que es vital compartir perspectivas con otras personas e intentar comprender su punto de vista de una manera lo más abierta posible para no caer en dicho estado, si eres una persona a la cual no le interesa o no se conforma, valga la redundancia, con llegar a esa situación, por supuesto.

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